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Momentos

Mi primera vez

Esta anocheciendo, desde la ventana veo como el cielo se torna en un intenso rojizo anaranjado, cojo el paquete de tabaco y rebusco en su interior, mierda, esta vació, me toca levantarme a comprar uno en la maquina. Estoy perezosa, llevo una semana en plan rara, ni buena ni mala, simplemente monótona, quizá demasiado tranquila. El trabajo va normal, la casa va normal, mis compañeras de piso están normal, es como si me cansara que todo fuera tan lineal, con lo apasionada que solía ser. No había nada en la tele, últimamente ya casi nunca la encendía y me apeteció salir a dar una vuelta, así que paseando me encontré con este bonito café y me senté aquí a tomar un algo...hace dos horas. Durante todo este tiempo no he hecho mas que beber y fumar, al principio un café, luego un licorcito, y ahora voy por mi tercer café irlandés. No es que quiera emborracharme, es que no me apetecía moverme se estaba muy agradable ahí.
Por fin decido levantarme a comprar tabaco, busco en el bolso pero no tengo cambio, me acerco a la barra y le pido cambio al camarero.
- Perdona, me das cambio de diez para la maquina de tabaco?
- Me acabo de quedar sin cambio, lo siento. – me contestó disculpándose -
Joder, pienso para mi, voy a tener que salir de aquí, que mierda...- mientras estaba ahí parada con cara de entupida no repare en que a poco mas de metro y medio una chica se enteraba de nuestra conversación. – Oye, si lo que necesitas es cambio yo tengo. Me ha pasado lo contrario que a ti en el bar de al lado, ahí no tenían billetes y el bolso me pesa una burrada – Las dos nos reímos de la tontería, me cambia el billete y me voy hacia la maquina de tabaco, me compro un paquete de Lm Light y vuelvo a mi sitio, no sin antes acercarme a ella a ofrecerle un pitillo.
- No gracias – comento mientras movía algo entre las manos, - yo me los lío – dijo antes de pegarle un lametón a un papelillo que tenia entre los dedos.
- Anda, ¡fumas tabaco de liar! Que original. –
- ¿Quieres probar uno? –
- Gracias...pero no sabría liármelo –
- Toma – dijo mientras me ofrecía el que acababa de liar-
- Venga, a ver que tal esta –
Me senté en el taburete que tenia al lado y encendí el perfectamente liado cigarrillo, ella me observaba con una graciosa sonrisa dibujada en la cara, como expectante por ver mi reacción. Tendría unos treinta y pocos, irradiaba una tranquilidad y una seguridad en si misma que hacia que una se sintiera como si la conociese de toda la vida – El sabor es distinto, me gusta – comenté – hace ya varios años que lo fumo – dijo ella mientras buscaba en una pequeña bolsa verde de tabaco de liar – lo malo es que no lo venden en las maquinas y es una putada si te quedas sin el un domingo. ¿Esperas a alguien? – Me preguntó - La verdad es que no, estaba aburrida en casa y me apetecía salir a tomar algo. Vienes mucho por aquí? Yo no conocía este café y la verdad es que esta muy agradable, también tu has venido sola? – mejor sola que mal acompañada. Vengo por aquí de vez en cuando, me gusta tomar un café y observar a la gente, es divertido inventarse sus vidas por los gestos que hacen o las expresiones que dibujan sus caras – y a la gente no le molesta que les mires? A mi me daría corte que alguien que no conozco me observe demasiado - pues a ti también te he estado observando, pero como los demás, no te has dado cuenta. El truco esta en ser discreto – dijo con una sonrisa cómplice – ah si? Y que has visto? También te has inventado mi vida? – en cualquier otra situación seguramente me habría sentido violenta, pero no se por que misteriosa razón me sentía muy cómoda con ella y no me molestaba en absoluto que me hubiera estado mirando, además me hacia gracia el hecho de que pudiera acertar algo de mi solo observándome, me sentía ingenua, casi infantil, como si sintiera que ella sabia mas que yo de muchas cosas – te lo diré solo con una condición – dijo mientras me miraba muy fijamente – que me digas si he acertado o no, y en caso de que así sea me invitas a cenar – trato hecho – la verdad es que no lo pensé dos veces, me hacia gracia el juego, tenia una curiosidad morbosa que me atraía .

- Veamos – comenzó – cuando llegué aquí tu ya estabas terminándote un café, eso fue hace más de una hora, tenias otra taza vacía en la mesa, pero no estabas con nadie, así que llevas toda la tarde aquí. También te gusta observar a la gente, pero temes que se den cuenta, así que no te interesas por nadie en particular. Cuando tu vista se cruza con la de alguien te pones nerviosa, luego no estas acostumbrada a salir sola a tomar algo. Antes había un chico en la barra, estuvo intentado ligar contigo a través de las miradas, pero no le hiciste ningún caso, sin embargo cuando te he ofrecido el pitillo no has dudado en sentarte aquí a charlar conmigo – hablaba despacio, pero cada frase que decía parecía que la leyese en mis ojos – todo esto me dice muchas cosas de ti – continuó mientras le daba una calada al cigarrillo – estas expectante, te pasas el día esperando que pase algo, algo que ni siquiera tu sabes lo que es, procuras hacer pequeños cambios aquí y allí en tu vida, pero no eres capas de realizarte, estas un poco perdida y tienes la sensación de que a alguien se le olvido decirte algo sobre la vida, algo que no consigues descifrar. A veces te sientes sola aunque estés rodeada de gente, esa gente que realmente no te ve, que solo ven lo que quieren ver – a medida que iba hablando se iba soltando, es como si pudiera leer mi pensamiento, como si supiera que va por buen camino por que yo se lo indico con los ojos expectantes – estas deseando descubrir, descubrirte y encontrar alguien que comparta tus ideas, tus miedos, tus inquietudes. Por eso has venido sola, por eso te has sentado aquí a hablar conmigo, por eso no entiendes lo que te esta pasando ahora mismo pero te gusta
- la expresión de mi cara debía ser como la de un niño cuando ve por primera vez un tiovivo gigante, escuchaba en silencio y seguía atentamente sus palabras, en ese momento nada en el mundo me intrigaba mas que la chica que tenia enfrente de mi, como podía saber tanto solo con observarme un rato? Que tenia que me absorbía tanto? Como podía estar sintiendo aquello tan intensamente si era la primera vez que la veía en mi vida? - por la expresión de tu cara creo que me debes una cena chica inquieta - susurro antes de darle el ultimo trago al licor que sostenía en las manos mientras me miraba – venga, vamonos – ordeno mientras se levantaba – la hora mágica del café se ha terminado, ahora es la noche la que nos espera,¿ vienes? –
Tengo treinta años, me considero una mujer bastante decidida, normalmente se lo que quiero y voy a por ello. Sin dejar de tener razón en la mayoría de las cosas que ha dicho nunca me ha gustado que me manejen… pero siento tal intriga por todo lo que la rodea que me levanto y la sigo por la puerta, no tengo muy claro que es lo que siento, pero mi estado es prácticamente de hipnosis.

- Tengo que pasar por casa antes, vivo aquí al lado, será solo un segundo, no te importa verdad? – N… no, no – no tengo muy claro por que no me negué, no me gusta ir a sitios apartados con extraños, pero no la veía como una amenaza, y la noche se planteaba emocionante.

Efectivamente su casa no estaba lejos, andamos un poco por una calle paralela al café y enseguida nos detuvimos en un bonito portal antiguo de grandes puertas de hierro. Atravesamos el vestíbulo y subimos por unas inmensas escaleras de caracol hechas de granito que recordaban a los antiguos palacetes que antes inundaban Madrid.
Se detuvo en la puerta del segundo piso y entramos en un precioso apartamento.

Desde luego tenia gusto para decorar. El pequeño hall conducía a una enorme habitación con un marcado estilo del art decó de los años 30, formas aerodinámicas, simplicidad en los espacios. Era alucinante. Un gran sofá de extraña forma circular dominaba la estancia, frente a él varias sillas y sofás parecían observarle en perfecta formación. El salón estaba rodeado de grandes ventanales por donde entraba la luz generosa. En una de las esquinas había una barra americana de madera que limitaba el paso a un mueble lleno de botellas de todos los tamaños y colores. – ¿Quieres tomar algo? – me pregunto mientras dejaba el abrigo en el sofá y se dirigía hacia el bar – Pensé que subíamos solo un momento – la verdad es que mientras esas palabras salían de mi boca me arrepentía de decirlas, estaba encantada con estar ahí, la verdad es que mejor que en cualquier otro sitio que se me ocurriera en ese momento – bueno, ponme un ron con coca-cola – corregí rápidamente antes de que cambiara de opinión – Lo siento, ayer se me acabó la coca y hoy se me olvidó comprar, te gusta el bourbon? Tengo uno muy bueno dijo alzando una bonita botella cuadrada – vale, lo que sea. –

Mientras ella servia las copas yo observaba distraídamente el salón, me acerqué a algo que más que un equipo de música parecía un conjunto de cajas cromadas perfectamente colocadas unas encima de otras, justo al lado había una gran maleta negra abierta con cientos de cd´s , había de todo un poco, música de los 70, cantautores, Beatles, Frank Sinatra y un largo etc. Absorta en la búsqueda de algo para escuchar no la vi llegar, una mano apareció justo por encima de mi hombro con una copa, no pude evitar pegar un pequeño brinco por el susto y parte del contenido cayó sobre mi camisa –¡ joder! – No pude contener un grito, el alcohólico liquido estaba helado – gritamos lo mismo prácticamente al unísono, nos quedamos mirándonos un momento con cara de sorpresa y rompimos a reír, supongo que todo el alcohol que ya habíamos ingerido esa tarde ayudo bastante por que en otro momento o situación no me habría hecho ninguna gracia – perdóname decía entre risas – pensé que me oíste llegar. Venga, quítate esa camisa u olerás a bourbon toda la semana – yo deje de reírme y me quedé un poco cortada – vamos mujer, te la lavo en lo que tardamos en tomarnos un par de copas, estará lista en un rato – dudosa me fui quitando los botones de la camisa mientras ella me observaba – venga chiquilla, no seas tan remilgada, no te voy a comer – antes de que me pudiera dar cuenta me estaba ayudando a quitarme los botones, cogió la camisa y desapareció por el pasillo. La situación era bastante ridícula, estaba ahí, sin camisa en casa se una chica que había conocido esa misma tarde.

No tardó en aparecer de nuevo, traía algo en las manos, era una camisa suya – toma, ponte esto – me la acercó y se dirigió de nuevo a la barra a servirme otra copa, cuando había terminado de ponérmela venia copa en mano – ¡¡atención, que voy!! – Dijo entre risas –¡ esta vez no te la tires que es muy caro! – Cogí el gran vaso de suaves formas cuadradas y brindamos – Por la vida plena, el amor sincero, el sexo salvaje y las noches mágicas – dijo antes de terminarse de un trago la copa. Yo la imite y casi me ahogo,¡ estaba fuertísimo!. Una vez mas reímos juntas, lo estaba pasando muy bien, y el alcohol cada vez me relajaba más, pero solo pensaba en ponerme otra copa – Dame, - le dije, - esta vez sirvo yo la siguiente ronda – me dirigí hacia la barra y rebusque entre las botellas. Mientras llenaba los vasos con lo que pensaba era lo mismo que nos habíamos tomado antes el precioso sonido de un piano inundó la sala, -¡lagrimas negras! – Exclamé mientras le acercaba la copa – me encanta este álbum, lo escuché muchísimo cuando salió, me recuerda a una persona muy especial, me encanta, genial elección – gracias, a mi también me encanta, además hacía tiempo que no lo escuchaba. – dejamos las copas en la mesa y nos sentamos en el gran sofá, rebusque en el bolso en busca del tabaco y cuando le iba a ofrecer un pitillo ya estaba sacando su “kit” de tabaco de liar. Lo dejó en la mesa y saco otra bolsita pequeña del bolso –¿ fumas marihuana? – Preguntó – de vez en cuando – conteste mientras encendía mi pitillo - esta es de cosecha propia, me traje unas semillas la última vez que estuve en Ámsterdam y la verdad es que han crecido muy deprisa y han salido riquísimas – era increíble la rapidez con la que liaba los cigarrillos, se ve que tenia mucha practica, y no menos arte con los porros, en menos de dos minutos ya me estaba pasando un atrompetado cigarrito de la risa, ¡era enorme! Le di una calada bien grande, hasta el fondo, note como llegaba a cada parte de mi cuerpo un cosquilleo, como un suave escalofrió que me recorrió entera – Huau! –se me escapo mientras soltaba el denso humo que parecía no acabarse nunca – es muy distinta de la que he probado hasta ahora, no reseca nada la garganta y con solo un par de caladas se nota su efecto – se lo pase no sin antes darle una ultima caladita, me encanta la sensación que produce en mis sentidos, me vuelve más sensible a todo, escuchando música siento cada nota, disfruto cada sonido y me dejo llevar por ella con mayor facilidad. Cada imagen que veo esta llena de pequeños detalles que la hace especial, cambia completamente mi percepción por cosas cotidianas, un trayecto a algún sitio se convierte en un agradable paseo que disfruto como si estuviera viendo una interesantísima película. La comida se vuelve más sabrosa y me vuelvo muy glotona de dulces, chocolate, pasteles. Quizá el olfato no sufra tantos cambios, nunca tuve una pituitaria estupenda, pero el tacto si que se vuelve mucho mas sensible, mas suave. Una caricia puede llegarme a estremecer – la verdad es que he tenido mucha suerte – continuó ella – nunca sabes lo que van a salir de aquellas pequeñas semillas, no tienes más remedio que fiarte de quien te las dé. Pero ya sabía yo que mi amigo Frank no me fallaría.
Bueno, vas a decírmelo o no – me dijo mientras tiraba la ceniza en un gran cenicero de indescriptible forma que había sobre la mesa – ¿decirte el que? – No sabía de que me estaba hablando – pues si es verdad todo lo que te dije de ti en el café, puedo ser buena observando a la gente, pero no se si habré acertado en todo. – La verdad es que entre el incidente de la camisa, las copas que llevaba y el porro se me había olvidado por completo – Ah!, eso – recordé - . Pues… la verdad es que tienes razón en mucho de lo que has dicho, la gran mayoría diría yo. Pero si te digo la verdad, me había olvidado, el día ha pasado de ser uno más entre tanto a ser excitante y divertido, lo estoy pasando bien. Por un momento he tenido miedo, pero irradias una tranquilidad que me ha conseguido relajar mucho, me siento muy a gusto ahora mismo, aunque, quien sabe, igual es que me estoy pillando un pedo que te cagas! – no pude evitar terminar la frase riéndome, me reía como si me hubieran contado el chiste más gracioso que hubiera escuchado en mi vida, era una risa abierta, divertida, sin complejos. Ella tardo muy poco en contagiarse y estuvimos sin poder parar durante un buen rato hasta que nos dolían a morir los abdominales, efectivamente la marihuana era muy buena – tú también me gustas, - consiguió decir por fin después de muchos intentos de parar el ataque de risa – estas abierta, y eso es muy importante, hay tanta gente que no se abre por miedo… - no sabría decir lo que sentía en ese momento, estaba ahí sentada, fumando, bebiendo y riendo, me lo estaba pasando genial y me invadía un curioso pensamiento, me sentía tremendamente atraída por ella, nunca me había pasado nada parecido con una chica, no soy lesbiana, me gustan mucho los hombres. Tengo una buena amiga que es gay, nos hemos cogido juntas muchos pedos y disfrutado de muchas tardes y noches en mi casa o en la suya y sin embargo jamás he sentido la menor atracción hacia ella, ni siquiera un día que con el exceso de alcohol se puso excesivamente cariñosa y me beso, yo le devolví el beso sin ningún problema, la quiero mucho y no me importó nada, pero también la pare con cuidado y sin darle importancia cuando ella quiso ir a más, tenemos tanta confianza que eso no supuso mayor problema. Sin embargo aquí estoy ahora, delante de una chica que me resulta tremendamente atractiva y con unos deseos que jamas hubiera pensado podría sentir. ¡Dios mío! ¡Me estaba seduciendo! Y desde luego que lo estaba consiguiendo.
Después de decir aquello nos habíamos quedado en silencio, mirándonos. Podía sentir los latidos de mi corazón. Era como una extraña mezcla entre miedo, deseo, morbo… me recordó algo parecido que me pasó hace muchos años, la noche que hice el amor por primera vez, cuando como ahora nos quedamos en silencio y el se acerco poco a poco para besarme. Como si ella pudiera leer mis pensamientos se acerco a mi despacio, su mirada era dulce, serena, pero a la vez era una mirada desconocida para mi, nunca había imaginado a una chica besándome sabiendo que su beso será correspondido, su cara se aproximo lentamente a la mía, pero no me beso, se quedo cerca, mirándome mientras con la mano me acariciaba el pelo. Mi corazón era una bomba, pensé que se me saldría del pecho. Poco a poco sus labios se fueron acercando a los míos, desde esa distancia podía ver con todo detalle su cara, era redonda, de suaves formas, sus grandes ojos marrones estudiaban a la vez mi rostro, miraba mis ojos, mis labios, mis orejas, mi pelo. Tenía los labios carnosos, generosos pero de perfecta proporción con el resto de su cara, deseaba besarlos, morderlos, saborearlos. Instintivamente cerré los ojos para centrar todos mis sentidos en mi boca. Sus labios eran muy suaves, nunca había probado algo así, el beso era lento, húmedo. Su lengua parecía tener vida propia, sabia exactamente como moverse dentro de mí, era calida, suave, deliciosa. Mi cuerpo entero vibraba, sus manos me recorrían. Nuestra respiración se aceleraba, por un momento liberó mis labios, y con ambas manos me arranco la camisa rompiendo los botones, fue un tirón suave, controlado, increíblemente perfecto, me tenía en sus manos y yo la deseaba. Sus besos lentos me recorrían el cuello, bajaban lentamente. Antes de darme cuenta ya me colgaba de la mano el sujetador, estaba tan sensible que solo su respiración sobre mis pechos me hacían estremecer, empezó por abajo, subiendo progresivamente con su lengua, sus manos acariciaban mi cintura y mi espalda mientras con su lengua hacia círculos acercándose cada vez mas al pezón, creo que no había estado tan excitada en mi vida.
Hice un ademán de quitarle la camisa que llevaba, se incorporo y se la quito con un suave gesto sin dejar de mirarme, tenia un pecho perfecto, ni grande ni pequeño, sus pezones eran pequeños, sonrosados sensualmente coronados por dos bolitas que miraban al cielo, me cogió las manos y con ellas subió desde la cintura hasta abarcarlos completamente dejándome sentir su suave tacto. Se acerco a mí y se los besé. Pude sentir como se endurecían con el contacto de mi lengua – quítame los pantalones – susurró en mi oído – me sentía sumisa, haría todo lo que me pidiera. Desabroche el único botón y baje la cremallera, eran unos pantalones ligeros, prácticamente se deslizaron solos hasta sus rodillas, acerque mi boca hacia su ombligo mientras mis manos se deslizaban por sus sensuales curvas, apreté suavemente sus nalgas, tenían un tacto increíble, sedoso, mullido pero firme sin llegar a estar duro. Se separo un poco e hizo lo mismo con mis pantalones, cuando se deshizo de estos nos fundimos en un sensual abrazo, buscábamos el roce de todo nuestro cuerpo, las piernas, los pies, los brazos. Nunca había sentido un cuerpo tan suave retorciéndose sobre mí. Sus piernas se abrían dejando que la mía rozara su húmedo sexo. Nuestra respiración llenaba el salón acompañada por una suave música que parecía compuesta para el momento. Mi cuerpo entero se estremecía cuando suavemente me mordisqueaba el cuello. Continuaba saboreando cada parte de mí, el hombro, el pecho, la cintura, el ombligo. Cada vez más abajo, mi respiración cada vez se aceleraba más. El fuego se apoderaba de mi entrepierna, sentía que si me tocaba estallaría, su lengua recorría mis ingles, notaba como el calido tacto me estremecía. Con sus manos me separó los muslos dejándome expuesta. Mi sexo era como un rió que ella recorría con maestría, la sentí dentro de mi mientras sin poder evitarlo soltaba pequeños gemidos. Fue como una explosión que llegó sin previo aviso, sentí mi corazón en todas las partes de mi cuerpo bombeando aceleradamente, después de ese vino otro cuando con el dedo me acariciaba el ano mientras sus labios succionaban mi clítoris. Dios mío creía que me iba a desmayar. Mis suaves gemidos se habían convertido en gritos de placer. El ultimo orgasmo duró varios segundos interminables en los que no podía evitar retorcerme entre sus manos con las que me agarraba fuertemente. Acto seguido volvió a subir hasta mí y me beso apasionadamente, sus labios me sabían a mí, esto hizo que me excitara más si cabe. – Me encanta tu sabor – susurro en mi oído mientras me lo mordía. En esos momentos todavía estaba saliendo de mi éxtasis, quería tomarla, morderla, chuparla. Ya no era curiosidad lo que me movía, era pasión. Me incorporé y me puse encima de ella. En un momento cambiaron los papeles, ella parecía haberse vuelto sumisa, como una gatita en celo, con un movimiento se dio la vuelta e hincó las rodillas en el sofá apoyando la cabeza sobre unos cojines, sus caderas se movían con suavidad de un lado a otro y su espalda se curvaba dejando expuesto su húmedo sexo desde atrás. Me excito muchísimo verla tan expuesta, estaba completamente depilada, lo que hacia mas atractiva su forma. Comencé mordiendo suavemente su espalda por la cintura mientras con mis manos masajeaba sus nalgas, tenía el culo muy suave, quería morderlo y lo hice, ella contesto con un gemido. Me fui acercando lentamente sin perder detalle del espectáculo, sus labios me esperaban salientes y sonrosados, mi lengua los separo más todavía y ella retorcía la espalda más, parecía que se fuera a romper. La textura era increíble, suave, sedosa, húmeda. Mi lengua navegaba dentro de ella mientras los gemidos inundaban la estancia. En un momento se dio la vuelta y abrió las piernas mientras con las manos se tocaba. Desde esa postura podía encontrar su clítoris con mayor facilidad y así lo hice, continué con mi sexual tarea centrándome en su botón de placer haciéndola explotar con un largo y continuo gemido con el que culmino el orgasmo. Con las manos me cogió la cara y me hizo subir hasta ella, nos besamos una vez más y caímos exhaustas. – Ha sido increíble - le dije con un hilillo de voz que apenas yo pude oír. Casi sin darnos cuenta nos quedamos las dos dormidas, desnudas en el sofá de extrañas formas. No sentía ningún tipo de remordimiento, había sido una experiencia increíble que no sabia si repetiría alguna vez en mi vida por que algo así… algo así no se puede preparar.

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